Löydetty 162 Tulokset: Abner y Joab
Joab fue adentro a ver al rey y le dijo: "¡Hoy has cubierto de oprobio el rostro de tus servidores, esos que hoy han salvado tu vida y la vida de tus hijos y tus hijas, de tus mujeres y concubinas! (II Samuel 19, 6)
Y a Amasá le dirán: ‘¿No eres tú de mi misma sangre? ¡Que Dios me castigue una y otra vez, si tú no ocupas para siempre el lugar de Joab, como jefe de mi ejército!’". (II Samuel 19, 14)
Así partieron detrás de Abisai los hombres de Joab, los quereteos, los peleteos y todos los Guerreros, saliendo de Jerusalén en persecución de Seba, hijo de Bicrí. (II Samuel 20, 7)
Cuando estaban junto a la piedra grande que hay en Gabaón, Amasá se presentó delante de ellos. Joab, que iba vestido con su indumentaria militar, llevaba encima de ella un cinturón con una espada envainada y ajustada a la cintura. Y cuando se adelantó, se le cayó la espada. (II Samuel 20, 8)
Joab dijo a Amasá: "¿Estás bien, hermano?", y le tomó la barba con la mano derecha para besarlo. (II Samuel 20, 9)
Pero Amasá no había prestado atención a la espada que tenía Joab en la mano izquierda, y este lo hirió en el bajo vientre, desparramando sus entrañas por el suelo. Así murió Amasá, sin que Joab tuviera que repetir el golpe. Luego Joab y su hermano Abisai se lanzaron en persecución de Seba, hijo de Bicrí. (II Samuel 20, 10)
Uno de los jóvenes de Joab se paró al lado de Amasá y exclamó: "El que es partidario de Joab y está con David, ¡que siga a Joab!". (II Samuel 20, 11)
Y una vez que lo apartó del camino, todos siguieron adelante detrás de Joab, para perseguir a Seba, hijo de Bicrí. (II Samuel 20, 13)
Pero los otros fueron a sitiarlo en Abel Bet Maacá y levantaron contra la ciudad un terraplén que llegaba al antemuro. Como toda la tropa que estaba con Joab se puso a socavar el muro para hacerlo caer, (II Samuel 20, 15)
una mujer sagaz gritó desde la ciudad: "¡Escuchen, escuchen! Díganle por favor a Joab que se acerque aquí, para que yo le hable". (II Samuel 20, 16)
Él se le acercó y la mujer le dijo: "¿Tú eres Joab?". "Sí, soy yo", respondió él. Ella continuó diciendo: "¡Escucha las palabras de tu servidora!". Joab respondió: "Te escucho". (II Samuel 20, 17)
Pero Joab respondió: "¡Lejos de mí destruir y arruinar! (II Samuel 20, 20)