Löydetty 64 Tulokset: victoria militar

  • Luego acordaron celebrar esta victoria cada año, el mismo día trece del mes de Adar. (1 Macabeos 7, 49)

  • Fortificó el cerro del Templo, al lado de la fortaleza militar, y allí habitó con los suyos. (1 Macabeos 13, 53)

  • Llegando a Jerusalén, simulando paz, esperó hasta el día sagrado del sábado. Entonces sorprendió a los judíos en su descanso. Ordenó a sus ayudantes que hicieran un desfile militar, (2 Macabeos 5, 25)

  • Después, mientras celebraban la victoria en Jerusalén, quemaron vivos a los que habían quemado las puertas del Templo, incluso a Calístenes, que se había refugiado en una casita. Así le dieron el pago merecido por su impiedad. (2 Macabeos 8, 33)

  • pero consideré que también mi padre, cuando salía para alguna campaña militar hacia las regiones altas, designaba a su futuro sucesor, (2 Macabeos 9, 23)

  • Apenas salido el sol, se entabló la batalla. Unos llevaban como garantía de éxito y victoria, además de su valor, la confianza en su Señor; otros combatían inspirados por el odio. (2 Macabeos 10, 28)

  • Al término de estas hazañas entonaron himnos y alabanzas al Señor, que había engrandecido a Israel y le había dado la victoria. (2 Macabeos 10, 38)

  • Dio a los suyos esta contraseña: «Victoria de Dios», y atacó de noche con los más escogidos de los jóvenes de su ejército la tienda del rey, acuchillando hasta dos mil hombres, el mayor de los elefantes y su guía. (2 Macabeos 13, 15)

  • Los paganos que habían huido de Judea por temor a Judas, acudieron muy numerosos a Nicanor, pensando que las desgracias y la derrota de los judíos serían victoria para ellos. (2 Macabeos 14, 14)

  • Nicanor estaba tan seguro de la victoria, que se propuso levantar un monumento con los despojos de Judas y de los suyos. (2 Macabeos 15, 6)

  • Alentaba a los suyos a no temer el ataque de los paganos y a no olvidar las veces que Dios los había ayudado, convencido de que también ahora Dios les daría la victoria. (2 Macabeos 15, 8)

  • Entonces el Macabeo contempló la muchedumbre que tenía delante y que los combatía con tantas armas diversas, con el apoyo de feroces elefantes; levantó las manos al cielo e invocó al Señor que obra prodigios, pues bien sabía que da la victoria a los que la merecen y que ésta no depende de las armas, sino de la voluntad de Dios. (2 Macabeos 15, 21)


“Amemos ao próximo. Custa tão pouco querer bem ao outro.” São Padre Pio de Pietrelcina