Löydetty 188 Tulokset: animales
Así podrían acordarse de lo que habían visto en el país de su destierro, de como el suelo estaba cubierto no por animales sino por mosquitos, y de como el río había botado no peces sino incontables ranas. (Sabiduría 19, 10)
¿Quién se compadecerá del encantador mordido por una serpiente, o de cualquier otro que se acerca a animales peligrosos? (Sirácides (Eclesiástico) 12, 13)
¿Cómo llegará a ser sabio el que maneja el arado? todo su orgullo consiste en usar la picana; guía a sus bueyes y los hace trabajar, no habla más que de animales. (Sirácides (Eclesiástico) 38, 25)
Esto le pasa a todos tanto hombres como animales, pero es siete veces peor para los pecadores: (Sirácides (Eclesiástico) 40, 8)
¡Hay allí seres extraños y maravillosos, animales de todas las especies, y monstruos marinos! (Sirácides (Eclesiástico) 43, 25)
«¿Por qué tantos sacrificios en mi honor? -dice Yavé. Ya estoy saciado de sus animales, de la grasa de sus terneros. No me agrada la sangre de sus novillos, de sus corderos y chivos. (Isaías 1, 11)
La ciudad fortificada está ahora solitaria, permanece abandonada y triste como un desierto. Allí van a pastar los animales, allí crecen y se extienden los matorrales. (Isaías 27, 10)
Oráculo sobre los animales del Negueb: A través de una tierra pobre y triste, poblada por leones y por víboras y serpientes voladoras, llevan sus tesoros, a lomo de burro, y sus riquezas sobre la joroba de camellos, a un pueblo que no les prestará ninguna ayuda. (Isaías 30, 6)
El Líbano no sirve para encender su hoguera, y sus animales no alcanzan para quemarlos en su templo. (Isaías 40, 16)
Los animales salvajes me felicitarán, ya sean lobos o buhos, porque le daré agua al desierto, y los ríos correrán en las tierras áridas para dar de beber a mi pueblo elegido. (Isaías 43, 20)
Animales del campo y de la selva, acérquense a devorar. (Isaías 56, 9)
Por eso, así habla Yavé: «Mi cólera y mi furor se van a desencadenar sobre este lugar, sobre los hombres y los animales, sobre los árboles del campo y los frutos de la tierra, y arderá sin apagarse.» (Jeremías 7, 20)