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  • Al pasar los mercaderes madianitas, ellos sacaron a José de la cisterna. Vendieron a José a los ismaelitas por veinte monedas de plata, y éstos se lo llevaron a Egipto. (Génesis 37, 28)

  • sin contar el procedente del tráfico de los comerciantes y de los mercaderes ambulantes, de todos los reyes de Arabia y de los gobernadores del país. (I Reyes 10, 15)

  • La importación de caballos destinados a Salomón procedía de Musur y Cilicia, donde los mercaderes del rey los compraban al contado. (I Reyes 10, 28)

  • Un carro por seiscientas monedas de plata, y un caballo por ciento cincuenta. Por el mismo precio los mercaderes se lo vendían también a los reyes hititas y sirios. (I Reyes 10, 29)

  • Los caballos para Salomón venían de Musur y de Cilicia, donde los mercaderes del rey los compraban al contado. (II Crónicas 1, 16)

  • Un carro por 600 monedas de plata y un caballo por 150. Por el mismo precio los mercaderes se los vendían también a los reyes hititas y sirios. (II Crónicas 1, 17)

  • sin contar el procedente del tráfico de los comerciantes y de los mercaderes, de todos los reyes de Arabia y de los gobernantes del país, los cuales pagaban al rey Salomón tributos de oro y plata. (II Crónicas 9, 14)

  • Sin embargo, todavía una o dos veces pasaron la noche fuera de Jerusalén los mercaderes y vendedores de toda clase de mercancías. (Nehemías 13, 20)

  • Los mercaderes del país, al conocer su llegada, se presentaron en el campamento con mucha plata, oro y criados para comprar como esclavos a los israelitas. Se le unieron también fuertes contingentes de Idumea y del territorio de los filisteos. (I Macabeos 3, 41)

  • Teje telas de lino y las vende, y procura cinturones a los mercaderes. (Proverbios 31, 24)

  • Enmudeced, habitantes de la costa, mercaderes de Sidón, que con su carga surcaban el mar (Isaías 23, 2)

  • ¿Quién ha decretado esto contra Tiro, la coronada, cuyos comerciantes eran príncipes, y sus mercaderes, grandes de la tierra? (Isaías 23, 8)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina