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El sacerdote lo ofrecerá ante Yahveh, haciendo expiación por ella, y quedará purificada del flujo de su sangre. Esta es la ley referente a la mujer que da a luz a un niño o una niña. (Levítico 12, 7)
Mas si a ella no le alcanza para presentar una res menor, tome dos tórtolas o dos pichones, uno como holocausto y otro como sacrificio por el pecado; y el sacerdote hará expiación por ella y quedará pura. (Levítico 12, 8)
Cuando uno tenga en la piel de su carne tumor, erupción o mancha blancuzca brillante, y se forme en la piel de su carne como una llaga de lepra, será llevado al sacerdote Aarón o a uno de sus hijos, los sacerdotes. (Levítico 13, 2)
El sacerdote examinará la llaga en la piel de la carne; si el pelo en la llaga se ha vuelto blanco, y la llaga parece más hundida que la piel de su carne, es llaga de lepra; cuando el sacerdote lo haya comprobado, le declarará impuro. (Levítico 13, 3)
Mas si hay en la piel de su carne una mancha blancuzca brillante sin que parezca más hundida que la piel, y sin que el pelo se haya vuelto blanco, el sacerdote recluirá durante siete días al afectado. (Levítico 13, 4)
Al séptimo día el sacerdote lo examinará, y si comprueba que la llaga se ha detenido, no se ha extendido por la piel, el sacerdote entonces lo recluirá otros siete días. (Levítico 13, 5)
Pasados estos siete días, el sacerdote lo examinará nuevamente: si ve que la llaga ha perdido su color y no se ha extendido en la piel, el sacerdote lo declarará puro; no se trata más que de una erupción. Lavará sus vestidos y quedará puro. (Levítico 13, 6)
Pero si después que el sacerdote le ha examinado y declarado puro, sigue la erupción extendiéndose por la piel, se presentará de nuevo al sacerdote. (Levítico 13, 7)
El sacerdote, al comprobar que la erupción se extiende por la piel, lo declarará impuro: es un caso de lepra. (Levítico 13, 8)
Cuando en un hombre se manifieste una llaga como de lepra, será llevado al sacerdote. (Levítico 13, 9)
El sacerdote lo examinará, y si observa un tumor blancuzco en la piel, el color del pelo mudado en blanco y una úlcera en la hinchazón, (Levítico 13, 10)
se trata de lepra arraigada en su piel; el sacerdote lo declarará impuro y no le recluirá, porque es impuro. (Levítico 13, 11)