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Entonces el Señor dijo: "Mi espíritu no va a permanecer activo para siempre en el hombre, porque este no es más que carne; por eso no vivirá más de ciento veinte años". (Génesis 6, 3)
y dijo a sus servidores: "Quédense aquí con el asno, mientras yo y el muchacho seguimos adelante. Daremos culto a Dios, y después volveremos a reunirnos con ustedes". (Génesis 22, 5)
Por eso el Faraón les dijo a estos: "¿Podemos encontrar otro hombre que tenga en igual medida el espíritu de Dios?". (Génesis 41, 38)
"No, señor", le respondieron. "Es verdad que tus servidores han venido a comprar víveres. (Génesis 42, 10)
Envíen a uno de ustedes a buscar a su hermano, los demás quedarán prisioneros. Así será puesto a prueba lo que ustedes han afirmado, para comprobar si dicen la verdad. De lo contrario, no habrá ninguna duda de que ustedes son espías". (Génesis 42, 16)
Después me traerán a su hermano menor. Así se pondrá de manifiesto que ustedes han dicho la verdad y no morirán". Ellos estuvieron de acuerdo. (Génesis 42, 20)
José dijo a sus hermanos: "Yo soy José. ¿Es verdad que mi padre vive todavía?". Pero ellos no pudieron responderle, porque al verlo se habían quedado pasmados. (Génesis 45, 3)
Entonces le repitieron todo lo que les había dicho José y, al ver los carros que le había enviado para transportarlo, su espíritu revivió. (Génesis 45, 27)
"Yo estaré contigo, le dijo Dios, y esta es la señal de que soy yo el que te envía: después que hagas salir de Egipto al pueblo, ustedes darán culto a Dios en esta montaña". (Exodo 3, 12)
Yo te he dicho que dejes partir a mi pueblo, para que me rinda culto. Pero ya que te niegas a hacerlo, castigaré con la muerte a tu hijo primogénito’". (Exodo 4, 23)
y háblale en estos términos: ‘El Señor, el Dios de los hebreos, me envió a decirte: Deja que mi pueblo vaya a rendirme culto en el desierto. Pero tú no has querido obedecer. (Exodo 7, 16)
El Señor dijo a Moisés: "Preséntate ante el Faraón y dile: ‘Así habla el Señor: Deja que mi pueblo vaya a rendirme culto. (Exodo 7, 26)