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  • Barac persiguió a los carros y al ejército hasta Jaróset Ha Goím, y todo el ejército de Sísara cayó al filo de la espada. No quedó ni un solo sobreviviente. (Jueces 4, 16)

  • Entonces detuvo a un joven de Sucot, lo interrogó, y él le dio por escrito los nombres de los jefes y los ancianos de Sucot. Eran setenta y siete hombres. (Jueces 8, 14)

  • El peso de los anillos que recogió fue de mil setecientos siclos de oro, sin contar los prendedores, los aros y los vestidos de púrpura que llevaban los reyes de Madián, y sin contar tampoco los collares de los camellos. (Jueces 8, 26)

  • Gedeón tuvo setenta hijos propios, porque tenía muchas mujeres. (Jueces 8, 30)

  • "Digan a todos los señores de Siquém: ‘¿Qué es mejor para ustedes, que los gobiernen setenta hombres -todos los hijos de Ierubaal- o que los gobierne uno solo? Recuerden además que yo soy de la misma sangre que ustedes’". (Jueces 9, 2)

  • Luego le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal Berit, con los que Abimélec contrató a unos hombres vagos y aventureros, que le sirvieron de escolta. (Jueces 9, 4)

  • En seguida entró en la casa de su padre, en Ofrá, y mató a sus hermanos, los setenta hijos de Ierubaal, sobre una misma piedra. Sólo escapó Jotám, el hijo menor de Ierubaal, porque logró esconderse. (Jueces 9, 5)

  • y ahora ustedes se han levantado contra la familia de mi padre, han matado sobre una misma piedra a sus setenta hijos, y han proclamado rey de los señores de Siquém a Abimélec, el hijo de su esclava, aduciendo que es hermano de ustedes. (Jueces 9, 18)

  • Así debía ser castigado el crimen cometido contra los setenta hijos de Ierubaal, y su sangre debía recaer sobre su hermano Abimélec, que los había matado, y sobre los señores de Siquém, que habían sido cómplices en la matanza de sus hermanos. (Jueces 9, 24)

  • Dios hizo recaer sobre Abimélec el crimen que había cometido contra su padre, cuando mató a sus setenta hermanos. (Jueces 9, 56)

  • Tenía cuarenta hijos y treinta nietos, que iban montados en setenta asnos, y fue juez en Israel durante ocho años. (Jueces 12, 14)

  • De toda esa tropa, setecientos hombres eran guerreros adiestrados, ambidextros, y capaces de arrojar la piedra de su honda contra un cabello, sin errar el tiro. (Jueces 20, 16)


“Amemos ao próximo. Custa tão pouco querer bem ao outro.” São Padre Pio de Pietrelcina