Fundar 202 Resultados para: Incienso Sagrado
Elegí a tu padre entre todas las tribus de Israel, para que fuera mi sacerdote y subiera a mi altar, para que hiciera arder el incienso y llevara el efod en mi presencia. Y asigné a la familia de tu padre todas las ofrendas que hacen quemar los israelitas. (I Samuel 2, 28)
Salomón amaba al Señor y caminaba según las prescripciones de su padre David. Sin embargo, ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los lugares altos. (I Reyes 3, 3)
Tres veces al año, Salomón ofrecía holocaustos y sacrificios de comunión sobre el altar que había erigido al Señor, y quemaba incienso sobre el altar que estaba delante del Señor. Así completó la construcción de la Casa. (I Reyes 9, 25)
Y lo mismo hizo para todas sus mujeres extranjeras, que quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses. (I Reyes 11, 8)
El día quince del octavo mes -fecha que había elegido arbitrariamente- subió al altar que había levantado en Betel. Así celebró una fiesta para los israelitas, y subió al altar para quemar incienso. (I Reyes 12, 33)
Un hombre de Dios vino de Judá a Betel, por orden del Señor, mientras Jeroboám estaba de pie junto al altar para quemar incienso. (I Reyes 13, 1)
Y gritó contra el altar, por orden del Señor: "¡Altar! ¡Altar! A la casa de David le nacerá un hijo -su nombre será Josías- y él inmolará sobre ti a los sacerdotes de los lugares altos que queman incienso sobre ti, y hará arder sobre ti huesos humanos". (I Reyes 13, 2)
Ajab hizo también el Poste sagrado, y continuó provocando la indignación del Señor, el Dios de Israel, más que todos los reyes que lo habían precedido. (I Reyes 16, 33)
Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos: el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos. (I Reyes 22, 44)
sacaron el poste sagrado del templo de Baal y lo quemaron. (II Reyes 10, 26)
Después de haber destruido el poste sagrado de Baal, demolieron su templo y lo convirtieron en una cloaca, que existe hasta el día de hoy. (II Reyes 10, 27)
Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos: el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos. (II Reyes 12, 4)