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Si alguien muere de repente junto a él, y con esto su cabeza consagrada ha quedado impura, se rapará la cabeza el día que se purifique, y se la rapará otra vez al séptimo día. (Números 6, 9)
El sacerdote ofrecerá uno en sacrificio por el pecado y el otro en holocausto; así expiará por aquel hombre la impureza contraída a causa del muerto. Consagrará de nuevo su cabeza el mismo día: (Números 6, 11)
En cuanto la espaldilla del carnero esté cocida, el sacerdote la tomará; tomará también un pan y una torta sin levadura, y lo pondrá todo en manos del nazireo que acaba de rapar su cabeza. (Números 6, 19)
Los levitas impondrán sus manos sobre la cabeza de los novillos, y tú sacrificarás el primero como sacrificio por el pecado, y el otro en holocausto a Yavé: así harás la expiación por los levitas. (Números 8, 12)
En todo caso pondrás a tu cabeza un rey elegido por Yavé de entre tus hermanos. No pondrás a tu cabeza un rey extranjero que no sea hermano tuyo. (Deuteronomio 17, 15)
Entonces la llevarás a tu casa, donde se rapará la cabeza y se cortará las uñas. (Deuteronomio 21, 12)
Yavé te pondrá a la cabeza de los pueblos y no a la cola; siempre estarás encima y nunca debajo si cumples los mandamientos de Yavé, tu Dios, que yo hoy te prescribo, guardándolos y poniéndolos en práctica, (Deuteronomio 28, 13)
Yavé te herirá con úlceras malignísimas en las rodillas y en las piernas, de las que no podrás sanar, desde la planta de los pies hasta la coronilla de tu cabeza. (Deuteronomio 28, 35)
El te prestará y tú tendrás que pedir prestado; él estará a la cabeza y tú a la cola. (Deuteronomio 28, 44)
Porque yo conozco su espíritu rebelde y su cabeza dura. Si hoy, que vivo yo entre ustedes, son rebeldes a Yavé, ¿cuánto más lo serán después de mi muerte? (Deuteronomio 31, 27)
la tierra generosa y las cosechas abundantes! ¡Descienda sobre la cabeza de José la bendición del que se apareció en la zarza, pues es el elegido entre sus hermanos! (Deuteronomio 33, 16)
Dijo para Gad: ¡Bendito el que ensanche a Gad. Como leona se halla tumbado y desgarra el brazo y la cabeza! (Deuteronomio 33, 20)