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diciéndoles: "Volvéis a vuestras tiendas con grandes riquezas, con muchísimo ganado, con plata, bronce, oro, hierro y con muchos vestidos; repartid con vuestros hermanos el botín de vuestros enemigos". (Josué 22, 8)
Mucho tiempo después de que el Señor concediera a Israel la paz con todos los enemigos que le rodeaban, Josué, ya de edad avanzada, (Josué 23, 1)
Por eso os digo: No echaré a estos pueblos delante de vosotros. Serán vuestros enemigos, y sus dioses serán una tentación para vosotros". (Jueces 2, 3)
Entonces se encendió contra Israel la ira del Señor; los entregó en manos de salteadores, que los saquearon, y los vendió a sus enemigos de alrededor, a los que no fueron capaces de oponer resistencia. (Jueces 2, 14)
El Señor hizo surgir los jueces. El Señor estaba con el juez y los libraba de la mano de sus enemigos mientras vivía el juez, pues se compadecía de ellos al oírles gemir bajo sus opresores y perseguidores. (Jueces 2, 18)
Y les dijo: "Seguidme, porque el Señor pone a vuestros enemigos, a Moab, en vuestras manos". Ellos lo siguieron, cortaron a Moab los pasos del Jordán y no dejaron pasar a ninguno. (Jueces 3, 28)
Así perezcan todos tus enemigos, oh, Señor; y aquellos que te aman, sean como el sol cuando se levanta con todo vigor". (Jueces 5, 31)
Se olvidaron del Señor, su Dios, que los había librado de la mano de todos sus enemigos de alrededor, (Jueces 8, 34)
Los derrotó desde Aroer hasta Minit, veinte ciudades, y hasta Abel Keramín. Fue una gran derrota, y los israelitas dominaron a los amonitas. (Jueces 11, 33)
Ella le respondió: "Si has hecho una promesa al Señor, padre mío, haz conmigo lo que has prometido, ya que el Señor te ha concedido vengarte de tus enemigos, los amonitas". (Jueces 11, 36)
Ana oró de esta manera: "Tengo el corazón alegre gracias al Señor, la frente alta gracias a Dios y la boca abierta contra mis enemigos; yo me regocijo en tu victoria. (I Samuel 2, 1)
El pueblo volvió al campamento, y los ancianos se preguntaron: "¿Por qué nos ha derrotado hoy el Señor ante los filisteos? Vamos a buscar a Silo el arca de la alianza del Señor, y que vaya con nosotros; así nos librará de la mano de nuestros enemigos". (I Samuel 4, 3)