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  • no harás el rebusco en tus viñas ni prestarás atención a la fruta caída de tu huerta; lo dejarás para el pobre y el extranjero: yo, el Señor, vuestro Dios. (Levítico 19, 10)

  • Su marido se levantó, abrió la puerta de la casa para salir y continuar su camino, cuando vio a su concubina caída a la entrada de la casa con las manos en el umbral. (Jueces 19, 27)

  • Me acerqué a él y lo maté, porque sabía que no podría sobrevivir después de su caída. Tomé la corona que llevaba sobre su cabeza y el brazalete que tenía en su brazo y los he traído aquí, mi señor". (II Samuel 1, 10)

  • Sírvate esto de señal: este año se comerá lo que brote de la semilla caída, y el año que viene lo que nazca sin sembrar; pero al tercer año sembraréis y cosecharéis, plantaréis viñas y comeréis su fruto. (II Reyes 19, 29)

  • Así pues, poderoso señor, si hay algún delito en este pueblo, si han pecado contra su Dios, si existe algún motivo de caída, sepámoslo; y entonces, adelante, y los venceremos. (Judit 5, 20)

  • pues tú me libraste de la muerte, preservaste mis pies de la caída, para que camine en la presencia del Señor a la luz de la vida. (Salmos 56, 14)

  • me ha librado de la muerte, mis ojos de las lágrimas, mis pies de la caída. (Salmos 116, 8)

  • Líbrame, Señor, de las manos de los criminales, guárdame de los hombres que ejercen la violencia, que proyectan mi caída; (Salmos 140, 5)

  • El combate se prolongó hasta la caída del sol, y aquel día murió Demetrio. (I Macabeos 10, 50)

  • A la caída del sol, Jonatán ordenó a los suyos que durante toda la noche velaran con las armas en la mano, dispuestos a luchar, y apostó centinelas alrededor del campamento. (I Macabeos 12, 27)

  • Pero sucedió que Antíoco se cayó del carro, lanzado a toda velocidad, con tan funesta caída, que todos los miembros de su cuerpo quedaron magullados. (II Macabeos 9, 7)

  • El preludio de la ruina es el orgullo; el preludio de la caída, el espíritu altanero. (Proverbios 16, 18)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.” São Padre Pio de Pietrelcina