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  • No digan tantas palabras altaneras, ni salga de su boca la arrogancia, porque Yavé es un Dios que lo sabe todo, él juzga las acciones de todos. (1 Samuel 2, 3)

  • Tienen el corazón taponado de grasa, y con arrogancia habla su boca. (Salmos 17, 10)

  • Pero él se burló de ellos, los despreció, los insultó y les habló con arrogancia. (1 Macabeos 7, 34)

  • (Aborrecer el mal es temer a Yavé). Aborrezco el orgullo y la arrogancia, los caminos que conducen al mal y la hipocresía. (Proverbios 8, 13)

  • Hoy la arrogancia, mañana la vergüenza: la sabiduría vive con los modestos. (Proverbios 11, 2)

  • La arrogancia sólo produce peleas, la sabiduría está en escuchar. (Proverbios 13, 10)

  • Antes de la ruina hubo orgullo; la arrogancia precede a la caída. (Proverbios 16, 18)

  • La arrogancia del hombre viene antes que su ruina, la humildad precede a la gloria. (Proverbios 18, 12)

  • Durante su reinado, llegó Senaquerib para atacarlo; envió a Rabsaqués, quien se presentó en su nombre y organizó el asalto a Sión. Llegó para jactarse con arrogancia. (Sirácides (Eclesiástico) 48, 18)

  • ¡Cómo ha terminado el tirano y acabado su arrogancia! Yavé ha roto el palo de los malvados, el bastón de los opresores, (Isaías 14, 5)

  • o como el ardor del sol en el desierto; pero tú rebajas la arrogancia de los extranjeros como el calor del sol, y haces callar el canto de los tiranos. (Isaías 25, 5)

  • Conocemos su soberbia, su arrogancia, su insolencia y la altanería de su corazón. ¡Conozco bien su arrogancia!, dice Yavé, sus amenazas son puras palabras, sus obras no sirven para nada. (Jeremías 48, 30)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina