Gefunden 3025 Ergebnisse für: ciudad del Señor

  • La ciudad es un cuadrado: su longitud es igual a su anchura. Midió la ciudad con la caña, y tenía doce mil estadios. Su longitud, anchura y altura son iguales. (Apocalipsis 21, 16)

  • La muralla está hecha con jaspe y la ciudad es de oro puro, como cristal. (Apocalipsis 21, 18)

  • Las bases de la muralla de la ciudad están adornadas con toda clase de piedras preciosas: la primera base es de jaspe; la segunda, es de zafiro; la tercera, de calcedonia; la cuarta de esmeralda; (Apocalipsis 21, 19)

  • Las doce puertas son doce perlas, cada puerta está hecha de una sola perla. La plaza de la ciudad está pavimentada con oro refinado, transparente como cristal. (Apocalipsis 21, 21)

  • No vi templo alguno en la ciudad, porque su templo es el Señor Dios, el Todopoderoso, y el Cordero. (Apocalipsis 21, 22)

  • La ciudad no necesita luz del sol ni de la luna, porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero. (Apocalipsis 21, 23)

  • En medio de la ciudad, a uno y otro lado del río, hay árboles de la vida, que dan fruto doce veces, una vez cada mes, y sus hojas sirven de medicina para las naciones. (Apocalipsis 22, 2)

  • No habrá ya maldición alguna; el trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad, y sus servidores le rendirán culto. (Apocalipsis 22, 3)

  • Después me dijo el ángel: «Estas palabras son ciertas y verdaderas. El Señor, que es Dios de los profetas y sus espíritus, ha enviado a su ángel para que muestre a sus servidores lo que ha de suceder pronto. (Apocalipsis 22, 6)

  • Felices los que lavan sus ropas, porque así tendrán acceso al árbol de la vida, y se les abrirán las puertas de la ciudad. (Apocalipsis 22, 14)

  • Y si alguno quita algo a las palabras de este libro profético, Dios le quitará su parte en el árbol de la vida y en la Ciudad Santa descritos en este libro.» (Apocalipsis 22, 19)

  • El que da fe de estas palabras dice: «Sí, vengo pronto.» Amén. Ven, Señor Jesús. (Apocalipsis 22, 20)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.” São Padre Pio de Pietrelcina