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Maaseías, Semaías, Eleazar, Uzzí, Joyanan, Malquías, Elam y Ezer. Los cantores entonaron su canto bajo la dirección de Israquías. (Nehemías 12, 42)
Ellos cumplían las ceremonias de su Dios y las ceremonias de las purificaciones, junto con los cantores y los porteros, conforme a lo mandado por David y su hijo Salomón, pues ya desde el principio, (Nehemías 12, 45)
desde los días de David y de Asaf, había jefes de cantores y cantos de alabanza y de acción de gracias a Dios. (Nehemías 12, 46)
Todo Israel, en tiempo de Zorobabel y de Nehemías, daba a los cantores y a los porteros lo necesario para cada día. A los levitas se les entregaban las cosas sagradas, y éstos cedían a los hijos de Aarón lo que les correspondía. (Nehemías 12, 47)
le había proporcionado a éste un departamento amplio, donde anteriormente se depositaban las ofrendas, el incienso, los utensilios, el diezmo del trigo, del vino y del aceite, es decir, lo que pertenecía a los levitas, a los cantores y porteros, y la contribución para los sacerdotes. (Nehemías 13, 5)
Supe también que ya no entregaban las raciones a los levitas, y a causa de ello, los levitas y cantores encargados de las ceremonias se habían ido a sus campos. (Nehemías 13, 10)
Me enojé con los consejeros y les dije: «¿Por qué ha sido abandonada la Casa de Dios?» Luego reuní a los levitas y cantores y los puse a trabajar en sus respectivos puestos. (Nehemías 13, 11)
Siendo aún joven y estando en Israel, mi país, toda la tribu de mi padre Neftalí se separó de la familia de David y de Jerusalén, ciudad que fue elegida entre todas las tribus de Israel para que se ofrecieran los sacrificios, ya que allí se había edificado y consagrado el Templo en el que habita Dios. (Tobías 1, 4)
Dios te castigará por los pecados de tus hijos, mas de nuevo tendrá piedad de los hijos de los justos. Jerusalén, da gracias dignamente al Señor y alaba al Rey de los siglos para que de nuevo su Templo sea construido con alegría. (Tobías 13, 11)
pero Dios tendrá una vez más compasión de ellos, volverán a su país y edificarán el Templo, aunque no como el primero, hasta que se cumpla el tiempo. Entonces volverán todos del destierro, construirán una Jerusalén maravillosa y en ella la Casa de Dios, como lo anunciaron los profetas de Israel. (Tobías 14, 5)
tuvieron miedo y temblaban pensando en la suerte de Jerusalén y su Templo, (Judit 4, 2)
ya que hacía poco que habían vuelto del destierro; el pueblo de Judea acababa de reunirse y de consagrar de nuevo el Templo con su altar y su mobiliario después de ser profanado. (Judit 4, 3)